El 26 de junio de 2002, dos jóvenes del sur del conurbano -Maximiliano Kosteki (22), de Guernica, y Darío Santillán (21), de Lanús- fueron impunemente asesinados por balas policiales durante una manifestación en el Puente Pueyrredón. Esas muertes provocaron una crisis política, la prisión perpetua para dos altos oficiales y el dolor interminable de familiares y amigos.
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