Esto fue así desde siempre, y por siempre lo será. Sabiendo (siempre, también) que está mal que los valores humanos se relacionen con el dinero. Pero las cualidades morales no cotizan en el mercado, ese dios paralelo que destruye el bienestar de los pueblos en beneficio exclusivo de sus mercaderes. ¿“Tener o no tener” sería el dilema Hamletiano hoy? No. Sigamos creyendo en Shakespeare.
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